Origen
Desde siempre y como en todas partes estas fiestas se celebran en compañía familiar. Las casas, plazas y calles se llenan de luz y música de villancicos mientras elementos como el pesebre y el "tió" llenan de ilusión a los más pequeños. Antiguamente el Club Excursionista subía un pesebre a la ermita de Sant Joan, tradición recuperada por los ermitaños de Sant Joan de la Muntanya. El día 28 de diciembre, día de los Santos Inocentes, los niños se divierten enganchando “llufes” (muñecos de papel) a la gente, una costumbre que se va perdiendo. El día 31 los niños buscan al Hombre de las Narices, que tiene tantas narices como días le quedan al año.
Antiguamente los organizadores preparaban una desfilada en la que participaban trompeteros, un ángel y los tres reyes acompañados de pajes, heraldos, esclavos y soldados romanos. Posteriormente repartían los juguetes por las casas, costumbre que se perdió y, actualmente, se ha vuelto a recuperar.